Elene Tamayo, el valor de la cerámica sin prisa

 

Hay personas que se les da bien cualquier cosa y todo lo hacen bonito.

Elene Tamayo es una de ellas. Seguramente por eso, para nuestra suerte, siempre ha tenido clara su vocación.

Tanto, que desde muy pequeña ya vivía enganchada a lápices y rotuladores y dibujaba todo lo que se le ponía por delante.

Estaba claro, acabar estudiando Creación y Diseño en la Facultad de Bellas Artes en Bilbao y Madrid era solo una cuestión de tiempo.

Después llegaron la ilustración, la serigrafía, la cerámica y cualquier tipo de soporte que le permita el espacio y el tiempo que necesita para experimentar. 

 

estudio de la ceramista Elene Tamayo

 

 

Porque esas son las claves de su trabajo: la calma, el mimo y el atreverse a jugar.

  

Elene Tamayo trabajando la cerámica y el barro



Nació en el pequeño pueblo costero de Orio (País Vasco). Desde ahí es dónde ahora crea una a una, artesanalmente, cada una de sus piezas de cerámica. Sin prisas.

Elene haciendo cucharitas de cerámica y cuencos

 

Elene hornea durante horas y cultiva la espera durante los días necesarios antes de crear las siguientes tandas.

Este es su método para conseguir piezas únicas e irrepetibles como la edición limitada de cuencos de nuestro lanzamiento de la nueva mascarilla purificante de arcilla blanca, romero y polvo de arroz

 

sérum nutritivo de nasei en cuenco de cerámica

 

 

También cuida mucho los materiales. Los barros y arcillas que utiliza son refractarias — resistentes a temperaturas muy altas gracias a su contenido en óxidos metálicos— y todos sus esmaltados están libres de plomo.

A sus pies, siempre Lua, su perrita y fiel compañera y el aroma del armonizador de ambiente calma y quietud de Flores del norte en el aire. 

Dice que «le relaja y le ayuda a poner el foco en sus creaciones», y nosotras no podemos estar más agradecidas de formar parte de algo tan bonito. 

Elene Tamayo y su perra Lua y al lado un  spray armonizador de ambiente de nuestra línea de hogar flores del norte
 
Elene, gracias por dejarnos asomar a tu mundo.




 

Texto de Verónica Martín
Fotografías de Lorena Aviñon


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