Hay culturas en las que cumplir años es sinónimo de conocimiento y sabiduría.
Por ejemplo, en Japón, a sus mayores se les trata con un enorme respeto, reconociéndoles el gran valor que aportan a la comunidad e integrándolos en diversas actividades sociales sin tener que recurrir a clasificaciones por rango de edad.
En una clase de Tai Chi, puedes encontrar perfectamente una persona de 15 años junto a otra de 65 realizando los mismos ejercicios.
Incluso tienen una festividad dedicada a honrar la longevidad: el "Keiro no Hi", un día cargado de mucho significado por el mensaje que transmite a las nuevas generaciones.
En cambio, a mi parecer, en Occidente vivimos una era en la cual se castiga con fuertes críticas la edad, sobre todo (y muy tristemente) a las mujeres.
Frases típicas como “qué mayor está”, “debería teñirse para parecer más joven” o el clásico “tiene demasiadas arrugas” no hacen más que potenciar los complejos e inseguridades de muchas de nosotras.
Si reflexionamos, resulta bastante hipócrita cuando, por otro lado, se nos llena la boca hablando del deseo de tener una mayor autoestima y abogar por el amor propio.
¿A qué edad dejan de llamarte chica para pasar a ser señora?
¿Por qué se utiliza el término treintañera y en cambio, una década después, se es una cuarentona?
Quizá hayamos estado durante mucho tiempo calladas con todo este tema, e incluso nos hemos unido, sin ser conscientes de ello, a esta moda de despellejarnos unas a otras.
Pero nunca es tarde (si la dicha es buena) para rectificar y pedir perdón por ello.
Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado.
Aquí servidora también ha metido la pata en muchas ocasiones, hasta el día que pasé la barrera de los cuarenta y me di cuenta de que yo también comenzaba a pertenecer a ese mismo colectivo de mujeres a las que se les define con expresiones tan feas, a la par que estrambóticas, como son las "patas de gallo" para referirse a las arrugas de expresión alrededor de los ojos, o la "línea de marioneta", que es el surco vertical que aparece junto a la boca por el descenso de los tejidos del tercio inferior de la cara.
Por mis estudios de cosmetología y dermoestética, no he creído nunca en los tratamientos antiedad ni tampoco los he ofertado en cabina, pero sí te puedo asegurar que se puede conseguir una piel suave y bonita a base de mucha hidratación, nutrientes y regulación del pH cutáneo.
Vamos, lo que nosotras definimos como mantener la piel sana, que es la base principal de nuestra cosmética y la forma de entender el cuidado cutáneo a través de nuestro método equilibrio.
Por suerte, cada vez somos más las que optamos por no esconder las arrugas, manchas o flacidez.
Y no estamos solas.
Por ejemplo, el well-aging, un concepto de raíces niponas (como no podía ser de otra manera), nace de la necesidad de romper con los estereotipos y de ese hastío que produce la presión social por estar siempre bellas y ser eternamente jóvenes.
Este término tiene su enfoque en aceptar con orgullo el paso de los años a través del autocuidado y la salud, abrazando el paso del tiempo y no luchando contra él.
Su contrario es el tan famoso antiaging, o su traducción literal “antiedad”, que no deja de ser una definición bastante absurda si se tiene en cuenta —y así lo demuestra la ciencia— que no se puede detener el tiempo y mucho menos revertirlo.
Llegados a este punto, parece necesario recordar que envejecer es un proceso biológico universal: lo hacen los animales, al igual que las plantas, los árboles, y sí, aunque cueste asumirlo, también los seres humanos.
Por este motivo, criticar este hecho es lanzar piedras contra nuestro propio tejado.
Quienes lo hacen puede que aún no sean conscientes de que también les llegará ese ciclo de su vida.
En este sentido, la solución pasaría por normalizar el paso del tiempo, lo que nos ayudaría a liberarnos de prejuicios; evitaríamos compararnos y, sobre todo, nos sentiríamos mucho más felices con la persona que vemos en el espejo.
Por eso el well-aging no solo defiende que tengamos el pelo blanco, que nuestras facciones cambien o que tengamos los párpados de los ojos caídos.
En realidad es un altavoz para recordarnos que tenemos la opción de no dejarnos llevar por la marea que impone unos cánones de belleza inalcanzables, única y simplemente para el disfrute visual ajeno.
Como esteticista, mi consejo es que te preocupes más por el estado de tu piel, ya que se trata del órgano más grande de nuestro cuerpo y el que nos defiende a modo de envoltorio, como un escudo protector contra contaminantes y patógenos externos.
Tan sencillo como seguir a diario tu rutina habitual Nasei:
- Limpieza suave y equilibrada con la leche de almendras dulces y mejorana, o en su defecto, el bálsamo de oliva y eucalipto si necesitas retirar profundamente también el maquillaje de labios y ojos en un solo gesto.
- Pulverizar el tónico floral de jara y azahar para restaurar el pH cutáneo, aportar frescura y potenciar la absorción del resto de cosméticos.
- Aplicar el contorno de ojos de cedro y geranio, sobre todo ahora que llega el frío, y de este modo proteger esta delicada zona. Además, si lo que necesitas es drenar porque tiendes a retener líquidos, te puedes ayudar de la espátula de cuarzo rosa. Nuestro truco es tenerla siempre en la nevera. ¡Pruébala y me cuentas!
- Masajear rostro, cuello y escote con el sérum nutritivo de geranio y jara, que aporta elasticidad y confort para que sientas tu piel cómoda a la vez que gustosa.
- Y el toque final llega con la crema nutritiva de vitamina C, naranja y palmarosa que potenciará el efecto de todo lo aplicado durante horas, a la vez que aporta luminosidad.
Sinceramente, no te compliques; cuando algo funciona tan bien, no necesitas nada más.
Siempre se lo repito a mis clientas en las asesorías individuales: más vale poco pero realmente bueno.
De este modo tan sencillo, pero efectivo, lo que cultives en la veintena lo notarás en la treintena, y así sucesivamente.
Se trata de que la función barrera cutánea esté sana, hidratada y nutrida, independientemente de la edad que tengas, para obtener la mejor versión de tu propia piel.
Nuestra cosmética no entiende de años, pudiendo utilizarse igualmente nuestro contorno de ojos a los 30 que a los 60.
Si observas detenidamente, el cuidado de la piel se reduce siempre a alimentarla y darle de beber con ingredientes de alta calidad.
Razón de ello que no encuentres la palabra anti-edad, ni anti-arrugas, ni anti-nada en todo el repertorio de Nasei.
Además, hay una cosa maravillosa que se experimenta cuando vas soplando velas, que es la de ganar autoconfianza o que las críticas hacia tu físico ya no te incomoden.
Yo al menos me siento mucho más contenta con mi cuerpo y atractiva que tiempo atrás.
Puede que sea porque le doy más importancia a mi estado emocional, porque tengo otras cosas más importantes de las que preocuparme o por todo el trabajo interno sobre este tema que me toca muy de cerca por mi profesión.
Sea lo que sea, hay una cosa clara: somos la generación natural de la belleza.
Texto: Lorena Aviñon
Modelo: Virginia Garmendia
Fotografía: Nerea Rubio Trece Studio